En entradas anteriores ya se ha comentado acerca de este tema. Estamos viviendo un momento especial en que cada actividad de nuestras vidas se está reinventando para acercarse a lo que se ha denominado economía colaborativa: Uber, Cabify, AirBnB. Hay muchos otros ejemplos desarrollados a menor escala que los nombrados.
¿Pero que podemos hacer al respecto en el campo inmobiliario?.
Existen algunos, aún no aplicados en el país, pero sí de gran éxito en otros:
a) Las sociedades civiles sin fines de lucro, que no es otra cosa que un concepto rejuvenecido de las antiguas cooperativas.
Un grupo de amigos, parientes, conocidos se compra un terreno, encargan un proyecto a la medida de cada familia y construyen. De esta forma cada una de las viviendas construidas finalmente tiene un valor de aprox. un 30% inferior a la misma vivienda en el mercado y con las mismas terminaciones. Como lo habitual es que dentro del grupo no exista alguien con los conocimientos para hacer la gestión inmobiliaria, se puede contratar un profesional o empresa con experiencia. Esto tendrá un costo que según el tipo de proyecto puede estar dentro un 7% y un 10% del costo, excluido el terreno.
b) Crowdfunding inmobiliario, que permite participar en la rentabilidad de los proyectos inmobiliarios a inversionistas hormigas o micro inversionistas.
En este caso existe un gestor que adquiere un terreno u obtiene una opción de compra de éste, desarrolla un proyecto e invita a los micro inversionistas a comprar cuotas de participación y obtener una rentabilidad proporcional a su inversión.
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